Me parece exagerado llamarle ‘insomnio’, pero hay dudas que, cuando aparecen, provocan algo de curiosidad.

De niño, el tío Mario solía recomendarme un par de cosas: “Cuando te enojes, no te desquites con tu panza” y “Cuidado con lo que te llevas a la cama”; mera intuición, creo ya haber entendido a lo que se refería con lo segundo. ¿Qué cosa puede ser peor para llevarse a la cama que una duda?

Le repito la pregunta a mi madre, quien asegura no recordar a su hermano aconsejarme ‘semejantes cosas’, y comienza el juego.

-“¿Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿en realidad hace algún sonido?”, comienza ella. 

-No.

-“¿Vamos a ir al partido del viernes?”, grita el 'Pep' desde la cocina, como si el comedor estuviera a cien metros de distancia. 

-Sí.

-“¿Y si junto a él hay un micrófono?”, insiste mamá.

-Ni así.

-“¿Cuántos habremos ido hoy al juego?”, vuelve a interrumpir el 'Pep', pero ahora ya parado a un costado mío.

-No sé, muy pocos. 

-“¿Por qué los alacranes se pican a sí mismos?”, intercede mi hermana. 

-Sólo hacen eso cuando están acorralados.

-“¿Y si en lugar de un árbol es un alacrán?”, dice mamá.

-Eso no tiene sentido. 

-“¿Un alacrán con micrófono?”, le sigue la corriente mi hermana, entre risas.

-“El viernes les vamos a llenar el estadio. ¿Qué quieres apostar?”, vuelve el 'Pep' a la carga. 

-“¡Ya sé!: ¿y si en lugar de un bosque, el alacrán con micrófono cae en el estadio?”, dice mamá.

-“Si hubiera caído hoy, tampoco hubiera hecho ruido”, sentencia mi hermana.

-Mejor me voy a casa.

Justo antes de dormir, una imagen sacude mi cabeza: el Cuauhtémoc pletórico y rebosante, un micrófono colgante y un alacrán acorralado, y con la cola a punto de caer. ¿Alguien más lo puede ver?

Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.