Carlos Fierro se ha convertido en un jugador clave en los últimos partidos de las Chivas Rayadas del Guadalajara, entrando de cambio y resolviendo duelos sobre la hora. Para prueba, está su última participación del sábado, pues marcó el gol del triunfo y generó uno más.

Parece que la consolidación del ya no tan joven delantero sinaloense ha llegado, sí bien es cierto, que desde su aparición en Primera División, tras ser figura en el Mundial Sub – 17 con la Selección Nacional. Ha dejado una expectación grande, misma que aún se sigue esperando.

La misma irregularidad del nacido en Ahome, Sinaloa, provocó su salida a los Gallos Blancos de Querétaro, para que el juvenil encontrara ritmo y regularidad de juego. Y así fue, Fierro se volvió titular del once de Vucetich, motivo por el cual su regreso al Rebaño Sagrado fue inminente.

Pero su lugar no estaba garantizado, ante la dura batalla por un lugar en el once de Almeyda, ha tenido que competir con Zaldívar (habilitado por un banda), Isaac Brizuela (hasta antes de su lesión), Néstor Calderón y Carlos Cisneros (también lesionado), será casualidad, pero el casaca 21 ha tenido más regularidad, al menos entrando de cambio.

Sin lugar a dudas, Carlos siempre juega, los minutos varían dependiendo el rival y las circunstancias del partido. Pero cada que lo hace, entra y marca diferencia, ya sea dando una asistencia, centrando, provocando una falta o tarjeta para el rival, y hasta anotando en la meta contraria.

Carlitos ha ido avanzando en materia personal y mental. Ya no es ese joven influenciado por la fiesta, o por malas compañías, se le nota más concentrado y atento a las necesidades personales y del equipo. Está comprometido con Chivas, y entiende su rol dentro del campo, para lo cual es llamado por Matías Almeyda.

El extremo rojiblanco tiene mucha calidad en sus pies, una excelente técnica individual, desborde, gambeta y drible. Sin mencionar un gran ritmo para centrar y buscar espacios al frente, eso sin dejar de lado su olfato goleador.

Esperemos que lo mostrado por Carlos Fierro sea de manera ascendente, y no quede en una simple noche brillante.