Tras perder el título en la final de manera dramática ante América, Cruz Azul necesitaba un refuerzo de peso para la siguiente temporada, alguien que intentara recuperar el ánimo de los aficionados celestes que estaban destrozados. El elegido fue Joao Rojas, quien era figura de Monarcas Morelia de grandes campañas con Tomás Boy como director técnico.

Así era el entorno de la llegada de Joao, que desde el principio tenía mucha presión de convertirse en ese jugador desequilibrante y atrevido que tanto hacía falta en el equipo. El Apertura 2013; su primer torneo como ‘cementero’, fue su mejor campaña a nivel individual, con 6 goles anotados y 2 asistencias.

Desgraciadamente, la trayectoria del ecuatoriano en la Noria fue de más a menos.  A pesar de que fue un elemento importante en la obtención de la Concacaf Liga de Campeones en el 2014, el rendimiento de Rojas vino a la baja, con destellos y muestras de su talento a cuentagotas.

Una gran velocidad con o sin balón, facilidad para superar a sus adversarios, sacrificio en el campo, buen manejo de ambas piernas, eran varias de las características del habilidoso ecuatoriano que se quedó estancado, pues nunca pudo evolucionar en su forma de juego.

Siempre criticado por no dar correctamente ese pase final al compañero después de eludir a los rivales, de no dar buenos centros, o de fallar en la definición de cara al arco, Joao no pudo pulir esos defectos y desarrollar el talento futbolístico que ostentaba y que prometía para bastante al inicio de su carrera.

Al final, terminó anotando 20 goles y dando 8 asistencias en ocho torneos cortos, cifras que se quedan muy cortas a las expectativas generadas sobre él, sobre todo considerando que anteriormente había anotado 19 goles con Morelia  en cinco torneos.

Así pues, la etapa de Joao Rojas en Cruz Azul terminó siendo decepcionante, una historia que pudo haber sido distinta si se hubiera enfocado a ser un mejor jugador y en aprovechar el gran talento que tiene.