Ni gustar, ni golear, ni nada de utopías. La sorpresiva victoria de Veracruz en Torreón obligaba al Puebla a conseguir el triunfo, sin importar el costo, en el debut frente a Xolos de Tijuana.

La oncena titular de José Guadalupe Cruz estuvo conformada por: Rodolfo Cota; Michael Orozco, Mauricio Romero, Facundo Erpen, Luis Esqueda; Gerardo Espinoza, Luis Miguel Noriega, John Pajoy; Eisner Loboa, Matías Alustiza y Luis Gabriel Rey.

De primera instancia, La Franja parecía acomodarse con un 4-3-3, con Erpen y Romero en la central, Orozco y Esqueda como laterales derecho e izquierdo, respectivamente; Espinoza en mediocentro, con Noriega y Pajoy como interiores; Alustiza, Loboa y Rey en la delantera, siendo este último quien, fungiendo como ‘poste’, generase mayor apoyo y juego. Sin embargo, cuando la posesión de la pelota pertenecía al rival, el sistema tendía a modificarse en un 4-4-2, incluyendo a Loboa en tareas de mayor recorrido y sacrificio, punto donde el cuadro camotero encontró su mayor debilidad.

En el arco, Rodolfo Cota respondió de manera destacada. Imprescindible contar con un arquero que genere total confiabilidad.  

En materia defensiva, mucho que destacar con el hombre de siempre: Mauricio Romero; la capacidad de cobertura y ubicación que posee ‘El Pampa’ se mantienen de forma notable. La dupla y entendimiento que puede conformarse con Erpen es interesante, sobre todo en cuestiones de anticipación, donde ambos rompían la línea y ejercían presión en zona cercana al mediocampo; sin embargo, el sector lateral no estuvo a la altura, existiendo jugadas puntuales donde Orozco rompía el fuera de lugar al quedar por atrás de Romero y donde Esqueda mostró fallos recurrentes, incluso en conceptos básicos como el manejo de perfil al momento de marcar por la banda.

En materia defensiva, mucho que destacar con el hombre de siempre: Mauricio Romero.

Contar con las notables coberturas y reacciones de Romero debe ser un recurso, no un sistema. Habrá que esperar cierto tiempo para saber si ‘El Profe’ Cruz termine optando por una línea de cinco en el fondo, donde Romero quede menos expuesto.

El mediocampo del Puebla es la zona donde menores cambios existieron de cara a este torneo. Los mediocampistas son los habituales desde los dos procesos anteriores (Rubén Omar Romano y José Luis Sánchez Solá). En este partido pudo observarse un Espinoza menos metido entre los centrales y, por consecuencia, menos ‘sacador’ de pelota.

Al inicio comentábamos que, con el pasar de los minutos, fue en este sector donde La Franja mutaba con mayor notoriedad:

4-3-3: con la tenencia de la pelota, Espinoza fijaba y contaba con el apoyo de Noriega y Pajoy como interiores; el colombiano sigue siendo el recurso que mejor ha entendido esta función y Noriega, al menos en este partido, se vio menos incisivo en la presión pero con mayor respiro, situación que le ayudó a liberar su sentido futbolístico y generar mayores asociaciones.  

4-4-2: sin la pelota, Loboa debía cambiar su rol ofensivo y auxiliar al mediocampo. Su actuación de sacrificio sigue sin convencer. Una de las tantas asignaturas pendientes de ‘El Profe’ Cruz en este torneo.

La labor defensiva de Loboa sigue sin convencer

En materia ofensiva fue donde se encontró lo mejor del equipo. Las actuaciones de Rey y Alustiza cumplieron totalmente con lo esperado. El rol de Luis Gabriel está más que claro: demasiado apoyo y soporte. Sin ser un generador de juego nominal, los movimientos de Rey, tanto por abajo como en juego aéreo, otorgaron libertad y confianza a Matías, quien regresó al Puebla con una actuación de ensueño. Doblete para ilusionarse.

Los cambios

José Francisco Torres: un futbolista que será fundamental en la oncena de La Franja. Apuesta segura en salida controlada y posesión de la pelota. Si él lo decide, terminará siendo titular.

Wilberto Cosme: se requiere mayor presencia de su parte.

Cuauhtémoc Blanco: seguirá siendo el elemento clave, quien otorgue la calma en los partidos complicados. Clave ante el manejo de la presión y manejo de marcador.

A final de cuentas: deber sufrido, pero cumplido.