Carlos Hermosillo es la definición exacta de un nueve puro, un delantero cuyas características eran las que cualquier entrenador pediría para un delantero centro.

El 'grandote de Cerro Azul" hizo goles hasta el hartazgo, se convirtió en uno de los delanteros más prometedores de la década de los 80 y como uno de los mejores de la era posterior, con la playera de Cruz Azul el espigado nueve es uno de los íconos futboleros indiscutidos de México, formando una sociedad de auténtica locura con Julio Zamora y poniendo a la 'máquina' en los primeros planos en esa época.

No obstante, Hermosillo debió recorrer un difícil camino antes de volverse héroe en La Noria y ese paso incluye una etapa en Nuevo León, defendiendo los colores de los Rayados de Monterrey.

  • Tiempos difíciles

Foto: Bolavip
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Reza el dicho que "tiempos difíciles hacen mejores hombres" y definitivamente Carlos Hermosillo es un ejemplo de este curioso pensamiento. Después de una infructuosa aventura europea con el Standard de Lieja en Bélgica, Hermosillo regreso en 1990 al futbol mexicano para vestir la playera de Monterrey.

En su época en 'la pandilla', Hermosillo de inmediato se transformó en un artillero de gran calibre al anotar 22 goles en 38 partidos de la temporada 90-91, para su mala fortuna, la directiva regiomontana lo acusó de ser un 'grillo' y buscar desestabilizar al club, además de no cumplir con diversas promesas, entre ellas, un auto que le iban a regalar si anotaba 15 tantos.

Rayados optó por no hacer válida la opción de compra con el América (dueños de su carta) y Cruz Azul entró al quite, buscando renovar su delantera.

  • No todo lo que brilla es oro

Hermosillo se percató de que en Nuevo León no había apoyo y que el equipo de sus amores, Cruz Azul, lo buscaba, por ende puso todo de su parte para hacer el movimiento.

Carlos no pudo entregarle un título a Rayados, abandonando la institución norteña con un pésimo sabor de boca y la sensación de que pudo haber hecho más en Rayados.