Si hablamos de la década de los ochentas en el fútbol mexicano tenemos que referirnos obligatoriamente a la hegemonía de América en la liga, conquistando un tricampeonato y un bicampeonato, siendo este último el que cerró con broche de oro la etapa más gloriosa del americanismo.

En medio de un cambio generacional y con la aparición de nuevos referentes en su equipo, América llegó a una nueva final en el torneo de liga 88-89 ante un viejo conocido: Cruz Azul.

Los antecedentes en una final favorecían a los Cementeros puesto que en la década de los setentas se impusieron contundentemente a los Cremas, lo cual dejó una herida que no cerraría hasta que las Águilas se cobrarán esa afrenta en las mismas circunstancias.

El encuentro de ida resultó por demás intenso, con emociones en ambas áreas, siendo América el primero en aprovechar los errores de Cruz Azul, ya que en el primer tiempo Pablo Larios equivocó de forma increíble un saque de meta, regalándole a balón a un Zague que no perdonó y puso en ventaja a su equipo.

Con el momento anímico a su favor, América siguió yendo al frente y encontró la segunda anotación por vía del que a la postre sería un referente histórico de Cruz Azul: Carlos Hermosillo.

En una jugada donde Antonio Carlos Santos hizo gala de su toque privilegiado, tocó una pelota filtrada al área celeste, para que Hermosillo únicamente tuviera que cerrar la pinza y aumentar el marcador a 2-0.

Cuando se podría pensar que América navegaría en aguas tranquilas, vino una jugada a balón parado de los azules que en una serie de toques, dejaron con ventaja a Porfirio Jiménez, quien definió cruzado ante la salida de Adrián Chávez.

Ya en el complemento, La Maquina salió renovada y consiguió alcanzar en el marcador gracias a un cabezazo de Narciso Cuevas, que se tendió tras un largo dentro desde el costado izquierdo, para empatar el marcador.

El desempate llegó por medio de la vía penal, cuando Zague intentó meter un centro dentro del área que pegó en la mano de Esparza. El cobro corrió por cuenta de Antonio Carlos Santos, quien engañó a Larios, consiguiendo el gol de la victoria en el partido de ida.

Para el 16 de julio de 1989, un pletórico Estadio Azteca presenció el partido de vuelta de la Gran Final, con la enmienda de conseguir un triunfo por dos goles de ventaja que les permitiera coronarse como campeones.

Al igual que en primer partido, América se fue al frente en una gran triangulación iniciada por Zague, tocando para Juan Hernández, quien a su vez se apoyó con Alejandro Domínguez para que este le devolviera el balón al ‘Cheche’ y pusiera el 1-0.

Sin bajar los brazos, Cruz Azul empató el marcador ocn un certero remate de cabeza de Patricio Hernández, quien anticipó la marca de los centrales americanistas y venció a Adrián Chávez.

La definición por el título alcanzó niveles cardiacos cuando Ricardo Mojica le dio la vuelta al marcador y consiguió el empate global para su equipo en un tiro de esquina donde el balón fue peinado y este remató prácticamente a quemarropa, dándole vida a Cruz Azul.

Cabe destacar que un sello característico de los cremas en la década de los ochentas fue el hecho de pasar por encima de sus rivales en los segundos tiempos, lo cual le valió para quedarse con títulos ante sus acérrimos rivales como Chivas en la 1983-84 y Pumas en 1987-88. Aquí no fue la excepción, ya que en el complemento los dirigidos por Jorge ‘Bambino’ Vieira, pasaron por encima de Cruz Azul.

El héroe en esta ocasión fue Carlos Hermosillo, que concluyó un contragolpe encabezado por Antonio Carlos Santos, definiendo la jugada con un gran disparo cruzado de pierna derecha y festejando con el vuelo del águila alrededor del banderín de tiro de esquina.

Fue de esta forma como América consiguió su octavo titulo en la época del profesionalismo y concluyó con una etapa que vive en la memoria de los hinchas azulcremas hasta el día de hoy.