Minuto 85’, Loeschbor comete una falta justo dentro del área, un silbante que no había marcado un solo penal en todo el torneo marca su primera pena máxima, y en qué momento, con Chiapas ganando en el Jalisco y Monarcas a sólo cinco minutos de salvarse.

Loeschbor es el que menos lo merece, se partió el alma durante todo el torneo y ahora se le ve con la cara desencajada, mil años más viejo, con el peso del descenso sobre su espalda, le ganaron los nervios y él lo sabe, se talla los ojos, se quita las lágrimas y a rezar.

Sosa ya lo había hecho antes, pero esta vez no pudo, el penal de Pabón fue uno de esos tiros que enseñan en las escuelas de futbol, para sacar 10 en el examen, donde duele, abajo y pegado al poste, esta vez Sosa lo intentó, pero no lo pudo lograr, el balón entró.

Minuto 91, en Morelia la gente lloraba, se enojaba, aventaba la camisa al suelo, rezaba, simplemente esperaba lo peor… pero en Monterrey las cosas fueron distintas, en un minuto la historia cambió, Ruidíaz colocó un zapatazo que desató ese nudo de la garganta e hizo que todo un estado gritara ¡GOOOOOOOL!...

Ser aficionado de Morelia no debió ser fácil, en nuestro especial I y II cuadramos los números y dábamos como salvado a Monarcas desde antes de su duelo contra León, pero el equipo no lo quiso así, se esperó no sólo hasta el último duelo, sino hasta el tiempo de compensación... sin duda para muchos, esos cinco minutos duraron un siglo.

Pero no es la primera vez que Morelia tiene que sufrir así. En 1996 este episodio tuvo un epílogo, quizá menos doloroso, quizá menos dramático, pero sin duda igual de insufrible.

24 de marzo de 1996, última edición de los torneos largos, Monarcas y Tigres se jugaban la permanencia en la fecha 32 de la jornada regular, tres puntos separaban a Morelia de salvarse, tres también separaban a los ‘felinos’.

Monterrey vivía el clásico 51 en la historia regia, quizá con más morbo que nada. Morelia, por su parte recibía a Veracruz, posicionado en el puesto máximo del grupo 1, pero con 14 victorias y 13 derrotas.

Durante 59’ minutos el juego no terminaba de romperse, Morelia atacaba, se arriesgaba, iba con todo, pero el gol no venía. Para Tigres fue diferente, no tuvieron que pasar ni 20 minutos, al 18’ Omar Arellano hizo gritar a todo el ‘Volcán’, se iban los michoacanos.

Pero la felicidad duró poco, al 60’ vino el ídolo, el antecesor de Ruidíaz, el máximo artillero ‘canario’ para poner orden, igual que Raúl, a pase de un compañero, del ‘Chícharo’ Hernández, el ‘Fantasma’ se hizo inmortal y coló el tanto que edificó la salvación michoacana.

Para Tigres la agonía fue más dolorosa, tan sólo cuatro minutos después del gol local, Raúl Aredes le dejó un bombón en el área a Sergio Verdirame para que emparejara los cartones, otra vez la escuadra amarilla y azul estaba a tres puntos de sobrevivir.

Tan solo tres minutos después, Monterrey culminó la obra, Luis Miguel Salvador mandó el balón a lo más hondo de la cabaña universitaria, y festejó con una soberbia, dolorosa, pero como mandando hasta Morelia el pase de permanencia.

Hoy, 21 años después, Tigres ya no es aquel que fue, ahora espera a Monterrey en Liguilla, y afortunadamente para Morelia, Monterrey tampoco es aquel que fue, ahora pierde en el último minuto, pero como hace más de dos décadas, como haciendo una copia al carbón, poética y trágica, de nuevo le da vida a Monarcas.

Ahora es diferente, ahora además de la salvación, Monarcas con un solo gol cambió toda la jugada, ahora está metido en Liguilla, con el campeón de goleo entre los suyos y más motivado que nada para seguir celebrando, con una afición que si bien estuvieron en las malas, ahora en las buenas estarán más al pié del cañón.

Quizá Monarcas saldrá como víctima ante Xolos, súper líder, con apenas cuatro derrotas, con el récord máximo de victorias en el torneo; pero Morelia ya no tiene nada que perder y sí mucho que ganar, ahora cualquier cosa que saque sabrá a gloria, después de estar a cinco minutos de caer en el infierno del Ascenso.

Sí, Xolos puede ser “un equipo que es el que más llega al arco rival” pero puede ser que “de repente no hace (hagan) un sólo tiro a gol”, y no es porque sea un partido “demasiado sospechoso” (aunque los “Buenos” y los Muñoz digan lo contrario), sino porque todo aquel que alguna vez jugó futbol, hasta con dos míseras piedras o un par de sudaderas como postes, sabe que el balón es así de caprichoso, las estadísticas, los lideratos, los goles previos, eso al final no importa porque al final, cuando pite el árbitro, el triunfo será para el que tenga el corazón y el coraje de atraparlo con las dos manos y no dejarlo ir, y no para el que más lo merezca.

El futbol no es justo, duele demasiado, te hace sufrir, te da dolores de cabeza y te arranca el corazón, pero al final sabe recompensar el esfuerzo...